EL TRABAJO Y LA GUERRA: EL RETORNO DEL HORROR

Paula Cubillos y Tomás Usón

Hace más de dos años que el mundo, y particularmente Europa, viven entre vientos de guerra que han introducido fuertes transformaciones a la forma de comunicar, a la matriz productiva, las formas de consumo y las prioridades de las relaciones entre los países. La guerra Ucrania – Rusia no solo ha atacado dichos territorios, sino que constituye un nuevo eje de posicionamiento geopolítico que afecta desde las relaciones diplomáticas hasta el mundo del trabajo.

Entre las múltiples implicancias que dicho conflicto ha desatado para el mundo del trabajo y la vida cotidiana de las personas, encontramos los cambios en la matriz productiva asociados tanto a la necesidad de garantizar una soberanía alimentaria y una producción agrícola equilibrada entre los distintos territorios, hasta la aceleración de la industria armamentista. El desequilibrio de la producción agrícola ha generado diversos conflictos nacionales en relación a las directivas europeas adoptadas con el fin de asegurar un flujo de la industria que no favorece necesariamente a los y las productores nacionales. Esto pone en jaque la soberanía alimentaria en la región y desequilibra las economías locales y el mundo del trabajo agrícola a pequeña y mediana escala, afectando el mundo del trabajo rural.

Respecto a la industria del armamento, la guerra en Ucrania ha desatado una producción desenfrenada que se expresa en un gasto militar de 2,2 del PIB mundial en 2023, según el Instituto de Investigación por la Paz de Estocolmo (SIPRI), la cifra más importante desde el fin de la guerra fría. La producción de armas, tanques y la distribución de personas en terreno, cambia la estructura de producción dedicada a otras filiales para dar prioridad a los implementos de guerra y toda la indumentaria necesaria a la industria de la muerte.

El resurgimiento de los conflictos armados en Europa desplaza a su vez, otras prioridades fundamentales de la vida en sociedad como la transición justa y la generación de empleos verdes. Al poner al centro los conflictos bélicos, la urgencia climática pasa a un segundo o tercer plano de la acción de las naciones en favor del orden mundial, sin contar con el hecho que el stress político-económico desatado por el desregulamiento climático es fuente sine qua non de posibles nuevos conflictos armados. Tal como establecen Brown et al (2023), el actual conflicto entre Ucrania y Rusia no solo ha implicado un retroceso en seguridad alimentaria a nivel global, con una volatilidad de los precios de alimentos y energía sin precedentes en los últimos años, sino que también ha significado un retroceso considerable en negociaciones bilaterales respecto a la reducción de las emisiones de carbono. Esta situación genera consigo un escenario paradójico en cuanto a que, de acuerdo a van Meijl et al (2024), el aumento de precios de energía y fertilizantes podría llevar a una leve reducción de las emisiones de carbono – a expensas de un aumento de precios especialmente preocupante para los grupos con menores ingresos – al tiempo que implicaría un gran revés para la reducción de emisiones globales debido a que gran parte de los planes de decarbonización están viéndose pausados. Con un escenario de fuerte incertidumbre energética, los países del norte global están priorizando el contar con independencia energética a costas de mantener en stand-by sus planes de reducción de emisiones de carbono. Aún más preocupante resultan voces a nivel europeo que están intentando posicionar la energía nuclear como una fuente energética sustentable, reviviendo el antiguo miedo de revivir las catastróficas consecuencias que Chernóbil, Windscale y recientemente Fukushima han dejado en toda la región euroasiática.

Estos cambios son la consecuencia de la expresión del paso a un enfoque de resolución de conflictos basados en la conflictividad por sobre la expresión de la diplomacia y el diálogo, lo que demuestra una perspectiva de construcción de las relaciones político-colectivas basadas en la hetero-normatividad y en patrones patriarcales por sobre una perspectiva de género basada en el análisis complejo, multidimensional, el diálogo y, sobre todo, en búsqueda de técnicas de resolución de conflictos no bélicas fundadas en el derecho, la diplomacia, el equilibrio geopolítico y la paz. El retorno de los conflictos bélicos revela el fracaso de dichas perspectivas e instala la barbarie como legítima una vez más, aquella que pensamos enterrada en los libros de historia. La guerra como expresión del fracaso de una forma de diálogo se cristaliza revolucionando no solamente el equilibrio geopolítico de la región, sino que afecta directamente el mundo del trabajo, de la producción y de la vida de los y las trabajadores, provocando desequilibrios a la vida cotidiana y al medio ambiente que son tan irreversibles como nefastos para pensar el trabajo desde el derecho y la dignidad.

¿Estamos frente a un retorno de la guerra como medio de negociación privilegiado de las grandes potencias? ¿Es el actual escenario bélico global la antesala de otra guerra multidimensional y de multi-actores latente?

Referencias

Brown, Oli; Froggat, Antony; Gozak, Natalia; Katser-Buchkovska, Nataliya; Lutsevich, Orysia (2023).The Consequences of Russia’s War on Ukraine for Climate Action, Food Supply and Energy Security. Research Paper. London: Chatham House. Disponible en https://www.chathamhouse.org/2023/09/consequences-russias-war-ukraine-climate-action-food-supply-and-energy-security.

van Meijl, Hans, Bartelings, Heleen, van Berkum, Siemen et al. (2024). “The Russia-Ukraine War Decreases Food Affordability but Could Reduce Global Greenhouse Gas Emissions”.Communication Earth Environment 5 (59). https://doi.org/10.1038/s43247-024-01208-x.

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