ENTREVISTA A JAN HAGELSTEIN, REPRESENTANTE JUVENIL EN IG METALL

“Si logramos concientizar a nuestras compañeras y compañeres cómo la mayoría de nosotres realmente no se beneficia de la guerra, sino que son las personas de nuestra clase quienes mueren en ella, ya estaríamos dando pasos importantes.”
Jan Hagelstein tiene 24 años y vive en Kiel, al norte de Alemania. Mecánico de profesión, al comenzar su formación profesional en una proveedora de automóviles de su ciudad hace algunos años atrás , se integró a la Unión Industrial de Trabajadores del Metal (IGM o IG Metall), el sindicato individual más grande de Alemania y la representación de trabajadores organizada más grande del mundo En IG Metall ha trabajado en los comités juveniles local y distrital como representante de jóvenes y aprendices, siempre con el objetivo de apoyar a sus compañeres y mejorar sus condiciones laborales.

Jan, la industria metalúrgica es un sector crucial para la fabricación de armas en Alemania, y está directamente involucrada en conflictos bélicos actuales como la ocupación israelí en Palestina o la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Sientes que en los últimos años ha habido nuevas definiciones en cuanto a las inversiones de la industria metalúrgica en el sector de armamentos? ¿Cómo han influido estas nuevas definiciones en el trabajo sindical de organizaciones como IG Metall?
Jan: En el contexto del conflicto en Ucrania, en Alemania se estableció un fondo especial de 100 mil millones de euros para las fuerzas armadas. Naturalmente, esto puso un foco cada vez mayor sobre la industria armamentística, la cual ha estado beneficiándose del conflicto hasta el día de hoy. Todo esto ha generado amplios debates dentro de sindicatos como IG Metall, el cual se ha visto presionado para que se posicione de manera clara frente a la guerra. Esto se vio reflejado, por ejemplo, en el último congreso anual, donde se presentaron propuestas en contra de mantener la entrega del 2% del producto bruto nacional para los gastos armamentísticos de la OTAN sin que haya una necesidad concreta para ello. En el congreso se logró posicionar que no se debería aumentar el gasto en armamento a expensas de recortar gastos sociales u otros.
Al mismo tiempo, he observado igualmente que también se evalúa en cierta medida si nuestros miembros pueden beneficiarse parcialmente de estas inversiones, si se aseguran puestos de trabajo en la industria armamentística o empresas relacionadas, que generalmente tienen las mejores condiciones laborales en Alemania. En la industria armamentística la gente gana más dinero, está mejor organizada y tiene empleos seguros. Por supuesto que esto no se ve como algo totalmente negativo dentro de la organización. Sin embargo, los jóvenes, con los que estoy más activamente involucrado, tienden a mirar esto de manera más crítica y discuten sobre ello con frecuencia.
Por un lado, IG Metall protege a los trabajadores del sector, lo que posiblemente podría significar un impulso para la industria armamentística. Sin embargo, al mismo tiempo, los miembros luchan por el papel social y político del sindicato, no solo en Alemania, sino en general como una organización de trabajadores. Esto da cuenta de una cierta tensión dentro de la organización.
Ese es uno de los conflictos internos que se observa con frecuencia. Nuestros estatutos, por ejemplo, se comprometen claramente con el desarme, el intercambio internacional entre los pueblos y todo lo que representa el movimiento típico de los trabajadores. Estos son algunos de los primeros aspectos que se mencionan. Sin embargo, también debemos tener en cuenta que, en primer lugar, como sindicatos, estamos aquí para nuestros miembros locales.
En ese sentido, ¿crees que el contexto actual de guerra ha llevado a una reevaluación de las luchas salariales y por las condiciones laborales de las trabajadoras y los trabajadores de la industria metalúrgica?
En general, creo que estas tendencias por sí solas no han tenido un impacto concreto. Más bien, son todas las crisis de los últimos años en su conjunto, comenzando con la crisis del COVID-19, luego la guerra en Ucrania y hasta el actual conflicto en Medio Oriente, lo que ha llevado a una reevaluación general. En los últimos años se ha vuelto más importante que nunca asegurarnos de mantener el nivel de vida de nuestras compañeras y compañeros, lo que se vuelve cada vez más difícil con la inflación y otros factores. Estos son los aspectos a los que las luchas salariales están prestando particular atención.
La mayoría de las y los empleadores en la industria armamentística pertenecen al sector metalúrgico y eléctrico. Sin embargo, esos sectores no están compuestos únicamente por empresas de armamento, por lo que resulta difícil abordar exclusivamente esos temas desde los sectores metalúrgicos y eléctricos dentro del sindicato. Tenemos, por ejemplo, proveedores y fabricantes de automóviles en Alemania; todos ellos forman parte del sector metalúrgico y eléctrico, y actualmente tienen una posición económica muy diferente a la de la industria armamentística.
Por lo tanto, la situación actual en Ucrania y Medio Oriente no tiene un impacto real en la política salarial que estamos llevando a cabo. Es posible que haya algunas empresas de armamento que tengan sus propios convenios colectivos y no estén vinculadas a un convenio colectivo general. Allí podríamos intentar obtener mejores condiciones que en otros lugares. Pero en general, en los conflictos salariales, solo buscamos mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, y en ese sentido, el tema del armamento queda en segundo plano. Ese es claramente un conflicto al que estamos enfrentados.
¿Ha habido medidas concretas para promover posturas anti-militaristas y anti-armamentistas más fuertes dentro de IG Metall?
Como mencioné anteriormente, hubo propuestas durante el congreso anual que se manifestaron en contra de la directiva del 2% de la OTAN. Pero dentro de IG Metall se lleva a cabo también mucha educación y formación a las trabajadoras y trabajadores. Por ejemplo, yo mismo participé en un seminario a finales del año pasado en el que abordamos la conversión de la industria militar. Y precisamente con este tipo de medidas nos posicionamos. Promovemos y apoyamos todo tipo de proyectos de conversión para el desarme. Sin embargo, lamentablemente, en este seminario también quedó claro que la conversión completa de empresas militares y armamentistas a empresas civiles hasta ahora ha sido muy difícil de lograr en Alemania y que a menudo dichas conversiones no han tenido el efecto esperado.
De cualquier modo, el órgano más importante para posicionar posturas anti-militaristas es el congreso anual. Allí hemos aprobado miles de propuestas, incluidas algunas que se posicionan claramente en contra de la militarización de nuestra sociedad y abogan por una mayor política de paz y menos suministro de armas a las zonas de conflicto.
Además de lo que ya has mencionado, ¿Qué otras formas de presión y trabajo sindical podrían y deberían llevarse a cabo desde IG Metall para promover una postura anti-bélica en la sociedad alemana en general?
La formación de trabajadoras y trabajadores está, en mi opinión, en lo más alto de la lista. Los sindicatos trabajan en torno a la formación de sus miembros y proporcionarles así mejores herramientas para abordar cuestiones sociopolíticas. En la actualidad, IG Metall cuenta con aproximadamente 2.1 millones de miembros. Si logramos concientizar a nuestras compañeras y compañeros cómo la mayoría de nosotres realmente no se beneficia de la guerra, sino que son las personas de nuestra clase quienes mueren en ella, estaríamos dando pasos importantes. Con el apoyo de la población podemos avanzar en proyectos como estos. Diría que ya estamos realizando mucho trabajo concreto en este sentido, pero que aún podría expandirse. Quizás esto también podría ser un proyecto para la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), la central sindical a la cual IG Metall pertenece, para avanzar en el trabajo de lobby. Los sindicatos son uno de los grupos de lobby más grandes en Alemania y tienen influencia en cómo se moldea la política a nivel nacional. En mi opinión, esto es algo que deberíamos implementar y concretar.
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